SEGUNDO DOLOR
LA HUIDA A EGIPTO.
Presidente: Dios mío, ven en mí auxilio
Todos: Señor, date prisa en socorrerme
Todos: Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
Oración introductoria para todos los días:
Dios nuestro, que quisiste que la Madre de tu Hijo estuviera a su lado junto a la Cruz, participando en sus sufrimientos, concede a tu Iglesia que, asociada con María a la pasión de Cristo, merezca también participar en su gloriosa resurrección.
Virgen Santísima de los Dolores, míranos cargando nuestra cruz de cada día. Compadécete de nuestros dolores, como nosotros nos compadecemos de los tuyos, y acompáñanos como acompañaste a tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor, en el camino doloroso del Calvario. Eres nuestra Madre y te necesitamos. Ayúdanos a sufrir con amor y esperanza, con paciencia y aceptación, para que nuestro dolor, asociado al tuyo y al de tu Hijo, tenga valor redentor y en las manos de Dios, nuestro Padre, se transforme en gracia para la salvación del mundo.
Dios nuestro, que quisiste que la Madre de tu Hijo estuviera a su lado junto a la Cruz, participando en sus sufrimientos, concede a tu Iglesia que, asociada con María a la pasión de Cristo, merezca también participar en su gloriosa resurrección.
Virgen Santísima de los Dolores, míranos cargando nuestra cruz de cada día. Compadécete de nuestros dolores, como nosotros nos compadecemos de los tuyos, y acompáñanos como acompañaste a tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor, en el camino doloroso del Calvario. Eres nuestra Madre y te necesitamos. Ayúdanos a sufrir con amor y esperanza, con paciencia y aceptación, para que nuestro dolor, asociado al tuyo y al de tu Hijo, tenga valor redentor y en las manos de Dios, nuestro Padre, se transforme en gracia para la salvación del mundo.
HIMNO:
El segundo dolor, fue cuando
para matar a mi hijo
mandó Herodes indignado
degollar según dijo, los inocentes del mundo.
Un ángel del cielo vino
y avisó a mi amado esposo
que emprendiésemos camino
que venía Herodes furioso
con su ejército maligno.
Cogí a mi Hijo en brazos
con José, me fui a Egipto
andando con lentos pasos
considera que conflicto
el corazón se me hacía pedazos.
Cada instante la vista volvía
por ver si acaso el tirano seguía
sin dormir, sin descansar
sin la mayor prevención
afligido el corazón caminaba.
Unos ladrones sin tasa, nos salieron
y un ladrón, escuchando lo que pasa
hablando su corazón
nos hospedó en su casa.
Si haces como aquel ladrón
compadecerte de mí
lo que yo haré por ti
es conseguirte el perdón.
Pondré mi ley en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
Señor, te estoy llamando, ven de prisa,
escucha mi voz cuando te llamo.
Suba mi oración como incienso en tu presencia,
el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde.
Coloca, Señor, una guardia en mi boca,
un centinela a la puerta de mis labios;
no dejes inclinarse mi corazón a la maldad,
a cometer crímenes y delitos;
ni que con los hombres malvados
participe en banquetes.
Que el justo me golpee, que el bueno me reprenda,
pero que el ungüento del impío no perfume
mi cabeza;
yo opondré mi oración a su malicia.
Sus jefes cayeron despeñados,
aunque escucharon mis palabras amables;
como una piedra de molino, rota por tierra,
están esparcidos nuestros huesos a la boca de
la tumba.
Señor, mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso;
guárdame del lazo que me han tendido,
de la trampa de los malhechores.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Pondré mi ley en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
A voz en grito clamo al Señor,
a voz en grito suplico al Señor;
desahogo ante él mis afanes,
expongo ante él mi angustia,
mientras me va faltando el aliento.
Pero tú conoces mis senderos,
y que en el camino por donde avanzo
me han escondido una trampa.
Me vuelvo a la derecha y miro:
nadie me hace caso;
no tengo adónde huir,
nadie mira por mi vida.
A ti grito, Señor;
te digo: «Tú eres mi refugio
y mi heredad en el país de la vida.»
Atiende a mis clamores,
que estoy agotado;
líbrame de mis perseguidores,
que son más fuertes que yo.
Sácame de la prisión,
y daré gracias a tu nombre:
me rodearán los justos
cuando me devuelvas tu favor.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
A pesar de ser Hijo, aprendió en sus padecimientos la obediencia.
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
A pesar de ser Hijo, aprendió en sus padecimientos la obediencia.
Del evangelio de san Mateo(Mt 2, 13-15).
Cuando los Magos se retiraron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto 1y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi Hijo».
Reflexión:
No hay día, mi Dios y Señor, en que no se junten las penas con las alegrías. Ayer vinieron los Magos, todo era alegría y fiesta; hoy tenemos que huir a Egipto. No te pido, mi Dios que apartes las penas, las dificultades y los problemas de mi vida, sino que me des fortaleza para enfrentarlos. Quiero hacer tu voluntad y sé que esta no llega solo cuanto todo va bien, también cuando la tormenta acecha.
Me has dado a tu Hijo como Hijo mío y en Él me haces participar de tu vida divina como Él mismo participa también de mi vida humana. Esta conlleva reveses, infortunios, traiciones, persecuciones, incomprensiones, me duelen en el corazón porque todas estas injurias que nos dirigen, Señor, no son contra nosotros que nada somos, sino contra tu Hijo Jesucristo y contra ti. Estos pecados contra el Espíritu Santo solo pueden resolverse favorablemente con la luz del Espíritu Santo. Ayúdame a pedir por los perseguidores y por los que no comprenden mi fe.
Oración:
Oh, Dios, en cuyo ordenamiento tiene la familia su sólida base, atiende compasivo las súplicas de tus siervos, y haz que, siguiendo los ejemplos de la Sagrada Familia de tu Unigénito en las virtudes domésticas y en la práctica del amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
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